miércoles, 13 de febrero de 2013

PROTECCIÓN DIVINA

¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?”—Marcos 4:40

“No temas, Abram, yo soy tu escudo.”—Génesis 15:1

Las cosas parecían riesgosas y sin esperanza al grupo en la embarcación batida por el viento en el Lago de Genesaret. El agua estaba inundándola, el viento la batía y las olas rompían contra ella sin misericordia. Asustados, los pescadores y discípulos se dirigieron a Jesús, quien dormía a la popa. Duramente, le gritaron, de la misma manera como algunos de Sus seguidores gritan hoy en día: “Maestro! ¿No tienes cuidado que perecemos?” (Mc. 4:38). A Jesús sí le importaba, ya que de una vez se levantó y aquietó la tormenta para que el mar se calmara y fuera seguro de nuevo.

El mismo espíritu crístico poderoso que habló con autoridad entonces hablará por medio de ti ahora, diciendo: “¡Calla, enmudece!” (Mc. 4:39). Así como el espíritu crístico obró maravillas entonces, obrará maravillas ahora. Este Espíritu poderoso obrará por medio de ti para proveer seguridad, protección y paz.

No importa quién seas, dónde estés ni los peligros que te rodeen, tienes el mayor poder posible para tu protección cuando estás consciente de la presencia amorosa de Dios. En Su presencia está todo el poder. Establécete firmemente en el pensamiento de la presencia de Dios a cada momento dondequiera que estés. Libérate de todo pensamiento de temor, mal o daño. Cuando tu mente y tu corazón están libres, Dios obra por medio de ti como tu poder y protección y ningún peligro puede llegar a ti.

Siempre estás rodeado por las paredes impenetrables del Espíritu. Dondequiera que estés, Dios está allí también. Quienquiera que seas, Dios te ama, porque eres Su creación. Lo que quiera que hagas, Dios está contigo como tu guía y tu ayuda. Envuelto en el amor divino, eres mantenido a salvo y estás seguro. Dios siempre está contigo como una presencia protectora y amorosa.

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